domingo, 28 de enero de 2007

Amanda (trailer)


El próximo jueves 8 de febrero se estrenará en Monterrey el cortometraje Amanda, dirigido por pepecaudillo y en donde un servidor colabora con la música original y el diseño de audio.

La cita es en la Cineteca a las 20:00hrs.

Ojalá nos pueda acompañar la gente que esté en Monterrey; la entrada es libre y estará presente todo el equipo de producción ofreciendo una breve charla introductoria. Al final se ofrecerá un brindis de honor.

Mientras tanto, aquí está el trailer.


jL



sábado, 27 de enero de 2007

The Bad Plus


El sábado pasado fui al Lunario del Auditorio Nacional para presenciar la actuación de una de mis bandas favoritas (si sirve de algo, debo decir que tengo decenas de bandas favoritas): The Bad Plus

The Bad Plus vino a México por segundo año consecutivo, esta vez para ofrecer el primer concierto del año para el ciclo NY@MX.
Por cierto, a propósito de NY@MX, dos noticias, una buena y otra mala:
La buena: Se vienen conciertos fantásticos para este ciclo. ¿Nombres? El quinteto de Dave Holland y la banda de Kurt Rosenwinkel, por citar algunos.
La mala: Los boletos subieron de precio.
Y se que podrán pensar que no tengo derecho a quejarme porque siempre, por una u otra razón, tengo boletos de cortesía. Sin embargo, esto no es precisamente una queja, es más bien una preocupación porque gran parte del público que paga su boleto para estos conciertos son músicos, y muchos de estos músicos son estudiantes. En fin, esperemos que nuestro amigo Carlos Chalí Mercado siga buscando fórmulas para que los músicos puedan asistir a este tipo de conciertos ya que muchos de estos terminan siendo lecciones magistrales.

Regresando a The Bad Plus:
¿Cómo imaginan que puede llegar a sonar un trío de jazz con espíritu punk?
¿Cómo puede un trío de jazz hacer malabares entre Rush, Bee Gees, Nirvana y su propia música y emerger triunfantes?
El trío más ruidoso de la historia está formado por:
Reid Anderson. El cerebro de TBP. Un contrabajo capaz de establecer el más poderoso groove e inmediatamente después crear la más sutil de las atmósferas gracias a su genial sentido melódico. Cuatro cuerdas que se entrelazan con la madera y continúan su encantamiento estableciendo una relación de tormentoso amasiato con...
David King. Una batería energética, vibrante. Ver a David en acción es una experiencia hipnótica; pareciera que batería y hombre son una misma cosa; los armónicos resuenan desde los tambores hasta cada uno de sus huesos. Su convulsivo accionar embriaga a todo el ensamble y de vez en vez los lleva, como buen amante, al clímax.
Ethan Iverson. Un virtuoso que no necesita deslumbrar en el piano para dejar claro quién es. Un transgresor empedernido; improvisador rampante que flota y aterriza, que aterriza y flota. Amante de la disonancia y de lo impredecible.

Aquí un video de TBP en el show de Jools Holland. Disfrútenlo.




jL

domingo, 14 de enero de 2007

Los orígenes de la consonancia


Estoy experimentando con los resultados que se obtienen a partir de percutir distintos tipos de cuerdas sobre diferentes tipos de membranas, en el camino he tomado conciencia de algo que es obvio, pero que al estarlo experimentando de primera mano me llevo a ciertas reflexiones e investigaciones que pueden abrir paso a una interesante polémica sobre la consonancia y la disonancia.

¿Recuerdan el Teorema de Pitágoras? Aquel que decía que en un triángulo rectángulo la suma del cuadrado de los catetos (los dos lados opuestos) era igual al cuadrado de la hipotenusa. Este es uno de los invaluables legados a la humanidad del matemático y filósofo griego Pitágoras (582 adC - 496 adC). Aunque sea un tema del que se hable poco o nada, Pitágoras es también uno de los primeros investigadores del sonido y de la música.

Pitágoras hizo experimentos con las vibraciones de las cuerdas, recordemos que la vibración de las cuerdas es un principio básico para la producción de notas en instrumentos como la guitarra o el piano. Cuando Pitágoras cortaba una cuerda en dos partes desiguales, como era de esperarse, cada fragmento de la cuerda producía una nota distinta. También es lógico suponer que la afinación de cada fragmento era más aguda que la que se había logrado con la cuerda completa. Ahora, entrando a sus deducciones más interesantes, Pitágoras descubrió que cuando la longitud de los dos fragmentos de cuerda estaba relacionada por relacionessimples como 2:1 ó 3:2, estos producían notas que sonaban bien al ser tocadas simultáneamente, es decir, eran consonantes. Por el otro lado, cuando se dividía a una cuerda en dos partes implicadas en una relación compleja, por ejemplo, 45:32, producían dos notas que eran consideradas como disonantes. La relación 3:2 produce un intervalo de 5a justa (por ejemplo C y G); en contraste, una relación de 45:32 produce el célebre tritono (por ejemplo C y F#), un intervalo de tres tonos completos que fue considerado como inaceptable y peligroso durante la Edad Media; el intervalo del diablo.
Si les interesa este tema de relaciones/afinaciones de las cuerdas, el arpa es un instrumento maravilloso para comprobar esta fascinante lógica pitagórica.

Y bien, hasta aquí todo concreto y objetivo, ¿cierto? La información arriba citada la pueden encontrar en diversas fuentes, algunas de las cuales citaré al final de este escrito. Ahora vayamos a la reflexión y a la polémica.
¿Cuáles son los orígenes de la música? La mayoría de las personas asume que la música es solo un fenómeno cultural. Sin embargo, es un hecho que existen evidencias de que la música tiene profundas raíces biológicas. Pitágoras es, probablemente, la primera persona en sostener la teoría de que simples relaciones matemáticas, como las que vimos arriba, reflejan propiedades universales de la naturaleza. Por lo tanto, para él, la consonancia de ciertas notas (así como la disonancia de otras) no es un asunto derivado de la cultura ni un asunto de carácter accidental; para Pitágoras, la consonancia es algo natural.
Evidentemente, en los tiempos modernos ha prevalecido una visión distinta sobre este tema; la consonacia es una percepción que refleja preferencias que están basadas en la experiencia de una cultura musical en particular. No tiene, en absoluto, relación con la naturaleza.

¿Cómo podemos determinar si la consonancia posee fundamentos biológicos con prioridad sobre la disonancia?
Perdón si esto se pone denso, ¡pero si llegaste a estas alturas del texto ya no se vale abandonar el barco! A pesar de que este puede parecer un tema muy clavado para músicos creo que resulta de interés para cualquier persona por las interesantes conjeturas socio-culturales que se derivan de esta reflexión.
Bien, continuemos, ¿que quiero decir con prioridad? La mayoría de los investigadores que han abordado este tema coinciden en que los estudios que hacen mediciones objetivas de la conducta humana revelan mejor procesamiento perceptual en los intervalos consonantes que en los disonantes. Es decir, la parte de nuestro cerebro que procesa lo que escuchamos está, de alguna manera, "afinada" para responder mejor a intervalos de relaciones simples que a aquellos de relaciones compuestas (C-G versus C-F#).

Sobre esta teoría se han hecho extensas pruebas en personas de todas las edades, desde bebés hasta adultos mayores, sobre todo en universidades estadounidenses, y se han tenido resultados concluyentes sobre la ventaja perceptiva que los intervalos consonantes tienen sobre los disonantes. Esta cualidad perceptiva es especialmente notable en los infantes, lo cual no deja de ser revelador ya que son precisamente ellos -sobre todo los niños menores a 1 año- los que han tenido menor oportunidad de aprender acerca de la música tonal.

Para terminar, permítanme dejar en la mesa de discusión esta conclusión: el estatus privilegiado de los intervalos que tienen relaciones de frecuencia simples sobre aquellos que tienen relaciones de frecuencia compleja es el resultado de un prejuicio biológico. Por lo tanto, los conceptos de consonancia y disonancia no son simplemente determinados por la cultura.
En el libro Music, The Brain, and Ecstasy de Robert Jourdain (William Morrow & Co. New York; 1997), el autor revela:

"For a few moments music make us larger than we really are, and the world more orderly than it really is... As our brains are thrown into overdrive, we feel our very existence expand and realize that we can be more than we normally are, and that the world is more than it seems. That is cause enough for ecstasy."


jL


Bibliografía recomendada
  • Lundin, R.W. (1947). Toward a cultural theory of consonance. J. Psychol.
  • Schellenberg, E.G. y Trehub, S.E. (1966). Children´s discrimination of melodic intervals. Develop. Psychol.